Cuando Manu me criaba en le Palacio de los Tartessos |
Querido Manu:
Te escribo desde mi loft con wifi mientras me tomo un margarita y chateo con las churris
caninas. No está mal la vida de soltero de oro en Sevilla, ¿eh? Es un invento
bueno, bueno.
Como ya te adelantaba el otro
día, me gustaría invitarte oficialmente, como criador mío que eres, a contarle
a la gente que nos lee las diferencias
entre “ser un criador” y “tener un criadero”. Lo cierto es que, aunque
muchas personas piensen que es lo mismo, a mí no me lo parece. Desde mi punto
de vista como cuadrúpedo, lo de “criadero”
me suena a fábrica de perrinos, ¿verdad?, como esos capítulos de los Sympsons donde se ve la fábrica de
nubes, que es Springfield… Buf, qué
repelús me da eso, me imagino ahí al Sr.
Burns rodeado de máquinas haciendo perros y frotándose las manos. En
cambio, cuando pienso en ti como “criador” se me vienen a la mente
cosas bonitas. Me acuerdo cuando nos ayudaste a nacer como conté en el Capítulo
4, cuando nos esperabais Carmen y tú con besos y abrazos, cuando nos disteis
por primera vez aquel pienso húmedo raro y cuando os asegurabais de que
estuviéramos fresquitos en el coche mis hermanos y yo cuando nos llevabais al
veterinario; me encantaba ese airecito frío que salía por unas ranuritas negras
en el coche.
En fin, que estas dos cosas desatan en mí sentimientos contradictorios. ¿Qué me
dices tú? ¿Estoy yo muy sentimental o qué me pasa?
Ya he terminado el margarita.
Cierro el wifi y me voy a dormir.
Espero tu respuesta.
Un abrazo desde mi loft de soltero motero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario