jueves, 19 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 10: La llegada a mi nuevo hogar

Mi Luxury Resort Golf and Spa*****

     La historia de mi llegada y mi primera gran fiesta es un recuerdo emotivo y amoroso que tengo a buen recaudo.

    Como la calma de un mar, ésta llega tras una gran tempestad. Antes de llegar a mi hogar definitivo, tuve que salir de la que había sido mi casa durante exactamente 60 días, el Palacio Oncetartessos. La despedida fue algo rápida para mi gusto. Apenas sospechaba que cuando María me cogió entre sus arropadores brazos el destino sería un 4x4 gris plateado que ya conocía por mis viajes al veterinario. Eso sí, esa ruta era nueva, no nos detuvimos en la Clínica, precisamente. Tras un viaje pequeño, nada comparado al confort de mi actual Varikennel, llegamos a un bloque de pisos donde residiría como un príncipe hasta el presente día. No voy a negar el estrés del viaje, los movimientos sexys de la carretera con las curvas, el estrés de muchos coches, ruidos y olores diferentes a los habituales, etc., pero todo mereció la pena cuando se abrió la puerta.

    Lo primero que pensé fue: ¡Qué bueno soy y qué culito tengo, guau! La pared estaba llena de pancartas de colorines que no sabía leer, serpentinas que quería comer, globos que quería explotar y al final del salón mi precioso chalet muy parecido a un Luxury Resort  Golf and Spa*****. Aquel precioso parque de larga estancia era enterito para mí ("para mí solo", matizo). Nada de compartir con aguafiestas hermanos. Mis cacas serían las únicas que olería (lo siento, Cali, tus cacas olían, y olían mucho… jejeje). Para completar aquello, tres juguetes me esperaban (un pequeño Kong puppy, un mordedor con pinchos y un muñeco de trapo que simulaba un osito -en otro capítulo os contaré cuál fue el final del muñeco-). En una esquina estaba mi casa refugio, mi cueva, el Varikennel del que os hablé, grande y espacioso. Dentro, una preciosa camita toda mullida y con corazones rojos que invitaban a soñar con tetitas de la mami. No se podía olvidar mi bebedero anti vuelcos regalo de Inma y Gabri, unos amigos de María "mu apañaos" (expresión granadina) y a los que me encanta hacer la pedicura. ¡Qué más podía pedir yo! ¡Ahhhhhh, síiiiii! Una alfombra para mis pipís de esas que filtran y no te mojas el culete. Qué chulada.

    Mientras yo inspeccionaba el lugar y hacía mis cositas en lugar seguro, mis criadores y amigos y mis queridos dueños definitivos festejaban con jamón, queso y otras delicias asturianas que me hacían segregar toneladas de insulina. La injusticia era cuando se levantaban para darme un mimo y lo único que yo quería era meterle un “ñasco” a lo que había en la mesa… para que luego presumieran de que me entendían a la primera, jeje.

    Esta es una parte de mi primera entrada en aquel hogar. Detrás de todo eso lo que hubo fue mucho amor, mucha planificación y la idea de tenerme como un señor Primpe. 

    Un lametón a tod@s. Gracias por leerme y hasta la próxima.



1 comentario:

  1. Jajajajajajaja.. mi luxury Resort Golf and Spa... jajajajajajaja
    Jajajajajajajaja... Genial como siempre Primpe majo!!!

    ResponderEliminar